sábado, 31 de enero de 2009

Medusa inmortal se extiende por todos los océanos de la Tierra

La turritopsis nutrícula no muere tras alcanzar su estado adulto
Estamos ante una invasión en toda regla. Silenciosa, lenta, invisible, pero no por ello menos real. Y está sucediendo ahora, delante de nuestras propias narices y en todos los océanos del planeta. El invasor es una pequeña medusa, un hidrozoo de apenas medio centímetro de longitud, pero con una característica que la hace única entre todas las criaturas del reino animal. De hecho, de una forma que la Ciencia aún no ha logrado comprender, la medusa Turritopsis nutricula es inmortal.
A diferencia de las demás medusas (y del resto de los animales) Turritopsis nutrícula no muere tras alcanzar su estado adulto, sino que es capaz de «rejuvenecer», de regresar a su forma juvenil y repetir su ciclo vital hasta alcanzar una segunda madurez... y una tercera, y una cuarta, y así hasta un número de veces que es, según los científicos, potencialmente infinito.
Turritopsis nutricola es capaz de conseguir esta proeza porque ha descubierto la manera de modificar sus células una vez éstas se han diferenciado. Y de hacerlas retroceder a fases anteriores a su especialización. Se trata de un fenómeno llamado transdiferenciación que se puede ver, por ejemplo cuando un órgano dañado regenera sus tejidos. Sin embargo, para esta especie de hidromedusa el proceso es algo corriente en su ciclo vital.
En pruebas de laboratorio, el cien por cien de los ejemplares de T. nutricula analizados han madurado y vuelto a la juventud decenas de veces, sin perder en esos cambios ni una sola de sus características o capacidades. Los investigadores tuvieron que llegar a la conclusión de que la muerte orgánica es algo que en esta especie, sencillamente, no sucede.
Misterio sin resolver
La existencia de esta excepcional criatura se conoce desde hace más de una década. Desde los años noventa la especie ha sido sometida a análisis genéticos y biológicos de todo tipo para intentar arrancarle, sin éxito, el secreto de su inmortalidad. Es posible encontrar en internet detallados artículos sobre su biología y características, entre ellos el publicado en 1996 en «Biobull»
El cien por cien de los ejemplares estudiados maduraron y volvieron a la juventud en decenas de ocasiones
Pero la voz de alarma no fue dada hasta el pasado verano por la bióloga Maria Pia Miglietta, de la Pennsylvania State University, quien precisamente a causa de una serie de análisis genéticos realizados a decenas de ejemplares de la medusa se dio cuenta de que la especie, originaria de los mares del Caribe, se había extendido prácticamente por todos los oceanos del mundo.
Lo que es capaz de hacer esta medusa, afirma la investigadora, «equivale a una mariposa que pudiera volver a convertirse en una oruga». En sus análisis, Miglietta comparó el ADN mitocondrial de ejemplares de Turritopsis recogidos en Florida y Panamá con otros procedentes de otros lugares del mundo y que habían sido recolectados durante investigaciones anteriores.
Y fue al hacer esta comparación cuando se encontró con la sorpresa de que determinadas secuencias genéticas se repetían en ejemplares obtenidos desde Panamá hasta Japón. En quince de ellos, procedentes de ambos países y de las costas epañolas e italianas, las secuencias eran idénticas. La existencia de este patrón implica una extraordinaria facilidad de movimiento. Y los investigadores creen que esa facilidad, igual que la de muchas especies marinas invasoras, procede de las bodegas y los tanques de lastre de los barcos que navegan por esas aguas.

Fuente: www.abc.es

martes, 27 de enero de 2009

La ciencia 'resucitará' animales extinguidos

Reconstrucción de un mamut en el Zoo Dvur Králové, en la República Checa. Foto: ARCHIVO / MISTVAN

La hipótesis de Parque Jurásico parece cada vez más cerca de hacerse realidad gracias a los enormes progresos técnicos de los últimos años y el descubrimiento de restos conservados en unas condiciones extraordinarias. El mamut, el oso cavernario y hasta el neandertal, tres especies extintas hace milenios, han tomado la delantera con la reciente secuenciación de grandes porciones de su genoma, pero el camino es aún largo y está lleno de dificultades: no es lo mismo fabricar una simple bacteria sintética, como ha hecho Craig Venter, uno de los padres del Proyecto Genoma, que lograr lo mismo con unos animales constituidos por miles de genes. Aunque no haya impedimentos teóricos, sí los hay tecnológicos.El optimismo de la comunidad científica se debe especialmente a los progresos en las técnicas de secuenciación, que permiten identificar la secuencia de moléculas que componen una cadena de ADN.
"Hace dos décadas se necesitaban cuatro años para secuenciar un gen --explica David Bueno, profesor de genética de la Universitat de Barcelona (UB)--.
Hoy es suficiente un año para todo un genoma de 20.000 genes".
LIMITACIONES
Sin embargo, no faltan las imperfecciones. Primero, en todos los genomas hay regiones difíciles de las que no se consigue producir un mapa fiable; luego, esos mapas deben convertirse en moléculas reales --y no es lo mismo un neandertal que una bacteria--.
Finalmente, aun sabiendo fabricar un genoma de grandes dimensiones, el problema más difícil sería introducirlo en una célula (obtenida de un animal afín al que se quiere resucitar). Una bacteria como la de Venter es poco más que un genoma envuelto en una membrana celular, pero en los organismos más complejos el ADN está empaquetado en el núcleo.
"Se sabe insertar un núcleo en una célula, pero nadie ha sido capaz de vaciar el núcleo e inyectar ADN en su interior", explica Bueno.Si se superaran estas dificultades se obtendría una célula artificial parecida a las que se utilizan en las clonaciones. Ahora, por tanto, llegaría el turno de las dificultades típicas de estos procesos.
"Para que la célula se convierta en un embrión tiene que darse una específica secuencia de activación de genes, pero hoy desconocemos sus primeros pasos", dice Bueno. Esta es la principal razón por la que solo una o dos de cada 100 células clonadas emprenden por casualidad el camino correcto y dan lugar a un embrión viable.
Para concluir, habría que implantar el embrión a una hembra de una especie parecida a la extinta. Para el mamut podría tomarse el elefante, pero en el caso del neandertal surgiría un obvio problema ético, ya que la especie candidata sería la nuestra.
Finalmente, si se llegara a una gestación viable, ¿el animal obtenido sería verdaderamente parecido al original? El papel del ambiente en la regulación de los genes es imposible de reproducir: por ejemplo, los mamuts no encontrarían las llanuras gélidas por las cuales corrían.En cualquier caso, resucitar animales prehistóricos a partir de su ADN serviría para algo más que un parque de atracciones. "Ampliaría enormemente los conocimientos sobre la evolución --pone como primer ejemplo Bueno--.
Disponer de un mamut vivo permitiría observar detalles del metabolismo y el comportamiento" que no pueden inferirse a partir de los elefantes. El mismo proceso, en fin, también podría aplicarse para recuperar especies condenadas a la extinción. Algunos centros de investigación están congelando tejidos de fauna amenazada a la espera de que la tecnología madure. Sin embargo, la conservación in situ sigue siendo la mejor estrategia: hasta ahora, la mayoría de intentos de clonar especies raras ha fracasado.

miércoles, 14 de enero de 2009

Las 10 especies que podría resucitar la ciencia

Dibujo de época de un dodo de Mauricio, a la izquierda.

¿Se imagina un safari fotográfico para ver mamuts, gliptodontes, tigres de dientes de sable o moas, mientras un neandertal caza su cena? Parece ciencia-ficción, pero la recuperación de ADN antiguo, y la reciente secuenciación del genoma completo de un mamut, ha puesto sobre la mesa unas posibilidades que hoy no son reales, pero que no se pueden descartar para el futuro.
Ya se ha recuperado el ADN nuclear de un mamut conservado en el hielo
Fue en noviembre pasado cuando se dio a conocer la recuperación del ADN nuclear de un mamut, extinguido hace 3.500 años. Había sido recuperado de un fósil congelado en Siberia. Los científicos son conscientes de que es imposible crear vida cuando lo que se tiene del genoma está en un archivo informático, pero no se puede asegurar que dentro de unos años, con alguna técnica nueva, no se pueda conseguir.
Lo que es evidente es que no todas las especies extinguidas se podrán recuperar. Un hipotético Parque Jurásico de dinosaurios no será posible porque el ADN no puede preservarse más de un millón de años. De hecho, las secuencias localizadas son muy escasas y en la mayoría de los casos, además, están contaminadas con material genético de otros seres vivos. La revista New Scientist ha seleccionado 10 especies que podrían ser candidatas a revivir en la Tierra porque parte de su ADN ya ha sido secuenciado.

Una decena de 'milagros'
1. Neandertal. Estos parientes humanos desaparecieron de la Tierra hace 25.000 años y la secuenciación completa de su genoma es una de las noticias más esperadas para este año. Svante Pääbo, uno de los responsables del proyecto internacional, considera «ridícula» la idea de poder resucitar a los neandertales, en cuyo hipotético caso sería una mujer actual la candidata idónea para ser la madre sustituta. De hecho, no se descarta que alguna vez ambas especies se cruzaran, aunque sus descendientes no han dejado huella genética en nuestro ADN. En todo caso, el objetivo de este proyecto, recalca Pääbo, es profundizar en las diferencias y semejanzas que tuvieron con nosotros.
2. Tigre de diente de sable. El Smilodon fatalis fue el felino más grande de todos los tiempos. Desapareció hace 11.000 años, al final del Pleistoceno; se cree que debido al cambio climático, aunque la puntilla se la habrían dado los humanos. Los ejemplares mejor conservados se han encontrado en La Brea, en Los Angeles, en unos agujeros de alquitrán de los que no ha sido fácil extraer el ADN. De momento hay muy poco recuperado, pero algunos expertos confían en obtener su genoma. En ese caso, una leona podría ser la donante del óvulo y su madre sustituta.
3. Oso de cara corta. Los Arctodus simus fueron los mayores carnívoros terrestres de la Edad de Hielo. También desaparecieron hace 11.000 años, en la última gran extinción. Ya se ha recuperado parte de su ADN y se sabe que hay ejemplares congelados en Siberia, por lo que se confía en conseguir más material. Sus parientes más cercanos son osos de América del Sur, aunque son mucho más pequeños.
4. Tigre de Tasmania. El último Thylacinus cynocephalus, un lobo marsupial, murió en un zoo en 1936. Afortunadamente se guardaron sus tejidos, lo que ha permitido recuperar su ADN. En 2008, científicos de Australia y EEUU insertaron parte de este material genético en un ratón, dentro de un experimento para ver si se activaba algún gen, como así ocurrió. Con esta especie, una hembra del diablo de Tasmania bien podría ejercer de madre de una cría. Ayer se supo, con el estudio de ADN de pelos de varios ejemplares, que su diversidad genética era muy escasa, lo que pudo precipitar su extinción.
5. Gliptodonte. Como el oso y el tigre, el gliptodonte dejó de pasear su inmenso caparazón, (media cerca de tres metros) por América del Sur hace 11.000 años. De momento no se han encontrado ejemplares congelados ni en cuevas, por lo que no se tiene el suficiente ADN de la especie. Pero los expertos no pierden la esperanza. Aún así, resucitarla no sería fácil porque la especie más parecida genéticamente es el armadillo gigante, más pequeño.
6. Rinoceronte lanudo. Fue una especie de espeso pelo lanudo que durante el Pleistoceno habitó las frías estepas de Eurasia y dejó de existir hace unos 8.000 años. Como vivió en Siberia, hay muchos rinocerontes lanudos (Coelodonta antiquitatis) congelados de los que se puede extraer ADN.
7. Dodo. Fue un ave no voladora cuya distribución estaba restringida a las Islas Mauricio, en el océano Índico. Desapareció a finales del siglo XVII debido a la caza y el saqueo de sus nidos por parte de los navegantes. Es un ejemplo ampliamente utilizado en la literatura biológica sobre la pérdida de especies causada sin ningún género de dudas por el hombre. Hace seis años, genetistas de Oxford secuenciaron fragmentos de ADN mitocondrial del ejemplar disecado y conservado en un museo. Beth Shapiro, autor de este trabajo, sigue buscando más material genético del dodo, que quizás podría resucitar con ayuda de las palomas.
8. Perezoso gigante. Hace 8.000 años aproximadamente que dejó de existir este mamífero de cuatro toneladas de peso, conocido como Megaterio y que habitó en América hasta el final de la última glaciación. En los últimos años, los científicos han logrado recuperar bastante ADN de los pelos y de estiércol fosilizado desde hace 30.000 años. Hendrik Poinar, de Canadá, está convencido de que se conseguirá su genoma. El problema es que su pariente más cercano, el perezoso arborícola, es un enano a su lado.
9. Moa. Los dinornítidos o moas eran aves no voladoras que vivían en Nueva Zelanda. Entre el año 900 y el 1400 se extinguieron por la caza intensiva de los maoríes. Es otro caso bien documentado de extinciones por causa humana. El gigantesco pájaro no sobrevivió a la llegada de los primeros pobladores humanos. La buena noticia es que se ha encontrado mucho ADN de huesos y huevos bien conservados en cuevas, lo que permitirá revelar su genoma. Claro que las moas pesaban 250 kilos y medían hasta tres metros. La única especie similar son los avestruces.
10. Alce irlandés. Este ciervo gigante vivió hasta hace 7.700 años en Eurasia. Desde el final de las glaciaciones su número disminuyó y dejaron de verse sus cuernos de cuatro metros. Lograr ADN suficiente para reconstruir su genoma no sería difícil, pero sí resucitarlo porque su pariente cercano, el ciervo, es muy pequeño.
Tomado de www.elmundo.es

sábado, 3 de enero de 2009

!! Feliz Año 2009 !!

Para todos quienes visitan este blog esta tarjeta deseándoles un feliz 2009, con una singular visión artística de las inmediaciones del planeta Saturno que recorre actualmente la sonda Cassini, un esfuerzo conjunto de las agencias gubernamentales para el espacio de los Estados Unidos, Europa e Italia.El hombre está destruyendo la Tierra. Eso es innegable. En el espacio está el futuro de nuestros hijos, nietos y quienes les sigan. Este mensaje va destinado a inquietar a todos sobre la urgente necesidad de cuidar nuestra "azul canica" que flota en el espacio y que día a día la destruimos y contaminamos.
Quienes deseen conocer los descubrimientos que Cassini está efectuando pueden visitar la página http://www.nasa.gov/mission_pages/cassini/main/index.html y navegar en ella hasta cansarse y asombrarse.
!! Felicidades !!