
Paul Forestell, jefe de investigación de la Pacific Whale Foundation en Hawai, se puso en contacto con un grupo de aborígenes australianos para saber si atribuían algún significado especial a la ballena albina, y para pedirles, de paso, que le ayudaran a bautizarla.
Forestell no iba desencaminado: le dijeron que los especímenes albinos (de cualquier animal) eran considerados representantes del mundo espiritual, y le propusieron un nombre: Migaloo. En aborigen, colega blanco. Y así se la conoce, aunque hay personas que no pueden evitar verla como una encarnación de la ballena literaria por antonomasia, y así la llaman: Moby Dick.
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