Pero si de ejemplares raros hablamos, pocos hallazgos pueden competir con el del entomólogo alemán Christian Rabeling: la hormiga marciana. No es un «gancho» de los medios de comunicación, es el nombre (Martialis Heureka) que le han asignado los científicos al comprobar sus inusuales características. De aspecto pálido, sin ojos y depredadora, se la considera el tipo de formícido menos evolucionado de cuantos conocemos.
Tras el análisis de ADN, los expertos indicaron que el espécimen hallado es una hembra, de naturaleza obrera y, por lo tanto, incapaz de procrear. A tenor de los resultados, y después de 85 años sin hacerlo, no quedó más remedio que inaugurar una nueva subfamilia: la «Martialinae» (las que proceden de Marte, en latín). Y es que el insecto «marciano» tiene en su haber una serie de cualidades nunca vistas con anterioridad en sus congéneres, de las que destacan las dos pinzas alargadas que posee junto a los maxilares.
«Haber encontrado otro ejemplar es como ganar la lotería por segunda vez»
Antecesora de las actuales
Rabeling, que trabaja para el Museo de Ciencias Naturales de Karlsruhe, considera que esta especie tiene 120 millones de años de antigüedad, lo que podría convertirla en el «eslabón perdido» de los formícidos. Se supone que las hormigas, en algún momento de su evolución, adquirieron ojos y adoptaron un modo de vida omnívoro para sobrevivir en la superficie. No obstante, la «Martialis Heureka» permaneció desarrollándose bajo tierra, emergiendo sólo tras la caída del sol para atrapar alguna presa, seguramente larvas, con sus poderosas tenazas.
A la tercera
Para el investigador Manfred Verhaag encontrar la hormiga ha supuesto un auténtico exorcismo. Compañero de Rabeling en el Museo de Ciencias Naturales, atrapó dos ejemplares de hormiga marciana hace cinco años. Siguiendo el protocolo, las guardó en un tubo de ensayo y dejó constancia de su descubrimiento.
Cual no sería su decepción al comprobar, camino del laboratorio, que sus especímenes habían sido víctimas de la deshidratación y, en consecuencia, habían muerto y quedado adheridos al cristal del tubo. A pesar de los esfuerzos de los técnicos no fue posible rescatar ninguna parte que analizar. Por este motivo Verhaag ha ayudado a Rabeling a peinar la amazonia brasileña en busca del maldito insecto, sólo visible de noche, durante el último lustro. «Haber encontrado otro ejemplar es como ganar la lotería por segunda vez», comenta satisfecho Verhaag.
En su honor, el equipo científico le ha permitido poner el nombre a la especie: «Heureka», que en argot científico significa «¡lo encontré
Tomado de http://www.abc.es/
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